Tomado de: El tiempo www.eltiempo.com
A la par del aumento en la ocupación hotelera, que durante el 2015 fue del 54 por ciento según el Dane y cercana al 55 por ciento entre enero y febrero de 2016, la propiedad vacacional, que en el país se conoce como los planes de tiempo compartido, sigue consolidándose como eje fundamental de los ingresos de las diferentes cadenas y como un aportante representativo en los niveles de uso de las habitaciones que ofrece el sector.
Hoy, ya con 89 hoteles de diferentes cadenas que tienen esta modalidad y con mucho terreno por recorrer frente a gigantes como Estados Unidos o México, los desarrollos de propiedad vacacional del país representan el 30 por ciento de la ocupación hotelera del país, gracias a que se trata de planes con una población cautiva que compra paquetes para disfrutar un período fijo de vacaciones al año en la fecha que el cliente decida.
De acuerdo con José María Balanzó, director Ejecutivo de la Asociación Colombiana de Propiedad Vacacional (Astiempo) en destinos específicos, como por ejemplo Santa Marta, la ocupación promedio puede estar en un 58 por ciento al año y en el complejo Zuana de esa ciudad el porcentaje de ocupación está entre 73 y el 74 por ciento, diferencia que es explicable por el tiempo compartido, que tiene una clientela cautiva.
“Si tuviera solo hotel a ocupación sería del 50 por ciento, pero con el tiempo compartido este porcentaje sube hasta el 80 por ciento porque la gente usa el producto por el que pagó” señala el directivo.
Además, las mediciones hechas demuestran que con los usuarios de la propiedad vacacional tienen una tendencia a usar más los servicios del hotel y hay una mayor propensión al consumo de alimentos y bebidas, ya sea por los paquetes turísticos, lo que les genera ingresos adicionales a los complejos hoteleros que tienen esta modalidad.
Se calcula que en el país hay una capacidad instalada de 15.000 habitaciones de tiempo compartido, y que puede haber entre 300.000 y 400.000 familias que han comprado planes de tiempo compartido, de las cuales están activas un 60 por ciento, alrededor de 250.000.
En cuanto a las ventas, cifras conservadoras señalan que pudieron alcanzar los 75 millones de dólares en el 2015 (cerca de 206.000 millones de pesos con el dólar promedio), para una compra promedio por familia de 5,48 millones de pesos.
En el desarrollo de los complejos se han invertido, según Balanzó, aproximadamente 1.000 millones de dólares y se han generado 5.300 empleos directos e indirectos.
Mucho por recorrer
Sin embargo, frente a otros países la penetración de este modelo de turismo es baja, ya que las cifras de la agencia de intercambios RCI muestran que mientras en el país había 67 complejos con afiliados a esquemas de intercambio en el 2014 (se puede cambiar el sitio a través de una agencia de intercambio), en México a los desarrollos afiliados llegaron a 520.
La mayoría de las cadenas hoteleras han optado por este sistema para impulsar sus ventas y en el país el promedio de los planes se vende a plazos entre 24 y 36 meses para una familia de cuatro personas, con una inversión promedio de 15 millones de pesos.
Esto porque mientras puede haber una inversión de unos 7 a 8 millones de pesos para un lapso entre 10 y 15 años, hay planes a perpetuidad, bajo los cuales las familias tienen garantizado el derecho a una semana de vacaciones de por vida, con inversiones que pueden llegar a los 25 millones de pesos para el hospedaje, bajo un modelo que es heredable.
De acuerdo con el directivo de Astiempo, esta es una industria que ha venido creciendo, al punto que no es factible que ninguna cadena que no haya contemplado la opción de entrar al esquema, desde las más conservadoras hasta las más liberales.
Además, hay desarrolladores independientes que están mirando el tema con muy buenos ojos y firmas extranjeras que miran la posibilidad de entrar a este negocio.
Para Juan Luis Londoño, presidente de la junta directiva de Astiempo y gerente de la división Turismo de la Constructora Bolívar, el esquema de propiedad vacacional es una herramienta clave que hay que contemplar para darle la oportunidad del crecimiento en el turismo, sobre todo ahora que el país dejó de recibir los ingresos de la industria petrolera, y ahora que hay que fortalecer otros sectores.
“El turismo es una de las formas que tiene que mirarse para el desarrollo, por la gran cantidad de sitios hermosos en varios lugares del país”, indica Londoño.
Y es que según los directivos, en los últimos años, con el crecimiento que tuvo la economía no solo las grandes cadenas hoteleras aprovecharon el auge para crecer en este negocio, sino también firmas como On Vacation se posicionaron en un segmento de los estratos medios de la población, dando oportunidad de tener destinos en San Andrés o incluso en Melgar, porque el esquema no solo aplica para el turismo de playa sino para cualquier lugar del país o del exterior.
En este último caso, el usuario tiene la posibilidad de acudir a una agencia de intercambio (tanto la cadena hotelera como el usuario deben estar afiliado a esta) para disfrutar su semana de descanso en otro destino ofrecido por la cadena hotelera.
En el mercado de Colombia, el principal destino de los intercambios es Estados Unidos, seguido por México, Europa y Sudamérica. Estados Unidos tiene un 50 por ciento de participación en estos procesos, mientras México tiene entre el 25 y el 30 por ciento, a lo que ayudó la eliminación de la visa. Después aparecen los destinos de Centroamérica y el Caribe.
Así funciona el modelo
La propiedad vacacional se desarrolla en el mundo a través de dos esquemas. Uno es en el que se compra a través de escritura pública o por derechos fiduciarios, adquiriendo el derecho al uso en una semana en una suit específica, en un sector específico y el espacio de tiempo para la familia le queda a perpetuidad, con la opción de arrendarlo o ceder. Acá, la propiedad es heredable.
Según Londoño, hay otra modalidad que son puntos, que los venden y el usuario los va consumiendo según sus necesidades o preferencias, por temporadas altas donde duran menos, o en bajas temporadas, donde duran más y luego se puede renovar la compra. “Esto tiene mucho auge”, agrega.
Y como en todo servicio, los directivos advierten a los usuarios sobre la necesidad de revisar muy bien los planes que compran, pues a la par del desarrollo del sector se han ido gestando proyectos o iniciativas que en muchas ocasiones no tienen el respaldo ni la seriedad requerida, y el turista termina teniendo problemas porque la oferta no satisface su necesidad o gustos.
“Hay que revisar con quién está firmando un contrato, porque una empresa con varios resorts o con inventario grande y contratos claros, es señal de respaldo. Cuando se emocionan y no ven, pueden salir engañados con la oferta, con contratos sin respaldo que quitan derechos a la gente”, advierte Londoño.